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¡Pare de sufrir! O quizás mejor no, ¿por qué pasarla mal no está permitido?

¡Pare de sufrir! O quizás mejor no, ¿por qué pasarla mal no está permitido?

Este es el slogan de una conocida iglesia en Latinoamérica: ¡pare de sufir! Así, con énfasis, como una orden indeclinable.  Pero este mensaje no es sólo de ellos, sino de todo lo que nos rodea, con frases del estilo “vinimos a este mundo a ser felices”, “un día sin sonreír es un día perdido” o “ser feliz es una decisión”.

Tenemos la idea que la normalidad es un estado de bienestar permanente, y si esto no sucede es porque hay algo que ha fallado en la persona y se debe recomponer este bienestar.

Así se deja de lado que el dolor es parte de la vida y que vamos a pasar distintas situaciones que, nos guste o no, nos traerán mayor o menor grado de dolor.  Pero además de ello, también el sólo hecho de tener una mente (y todo lo que ello implica) nos puede generar sufrimiento aún cuando no haya un evento adverso.  ¿Qué significa esto? Que muchas veces nuestra mente nos advertirá sobre peligros posibles, anticipará futuros sufrimientos y revivirá un dolor del pasado como si fuera el día de hoy.  ¿Y sabés por qué? Porque puede, porque está hecha para eso. 

Te cuento un poco más. Como seres humanos tenemos una diferencia con el resto de los animales: el lenguaje.  El lenguaje lo usamos para comunicarnos con los demás y con nosotros mismos (cuando pensamos). Este nos trae enormes ventajas, pero también implica algunas dificultades.  A través de él podemos viajar al pasado y añorarlo o sufrir por algo que hicimos o dejamos de hacer. Ir hacia el futuro y preocuparnos por catástrofes posibles. Y como si todo esto fuera poco, también tiene el poder de relacionar unos eventos con otros, por ejemplo podemos pensar: si esta persona no me quiere (un evento) entonces NADIE me va a querer (otro evento que relaciono a partir del primero, aunque en realidad no tengan una conexión objetiva) entre otras cosas.

Así es que el lenguaje tiene una doble cara de ventajas y desventajas, el sólo hecho de tenerlo hace que el sufrimiento sea parte intrínseca de ser humanos.

El problema está cuando no tenemos eso en cuenta y creemos que el bienestar es lo normal en las personas, entonces cuando aparece el malestar tendemos a luchar contra él.  Esta lucha me recuerda a Don Quijote y los molinos de viento, una batalla difícil de ganar.

Y lo que suele suceder en la mayoría de los casos es que amplificamos ese malestar, porque no sólo nos sentimos mal, sino que además nos sentimos mal por sentirnos mal.  Menudo problema ¿verdad? Multiplicamos el malestar por dos (o a veces por mucho más, por ejemplo, comparándonos con otras personas que parece que la están pasando genial).

Hay muchas estrategias que se utilizan desde la Terapia de aceptación y compromiso para sobrellevar mejor el sufrimiento, que exceden este post, pero como primer paso te propongo: En vez de enarbolar la bandera de la felicidad, preguntate si lo que estás haciendo en tu vida, en tu día a día ¿es significativo para vos? ¿te hace sentir a gusto con vos misma/o? ¿Hacés lo que es importante aunque a veces haya algo de dolor? ¿O te quedás luchando como Don Quijote mientras lo que realmente es valioso queda a un lado?

Si hay algo que quieras compartir conmigo ¡será un gusto leerte!

Hasta la próxima ¡un abrazo!

PD: Si después de decirte que estamos jodid#s y no queda otra que sufrir un poco me seguís leyendo, te prometo que lo que viene es más esperanzador :)

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